«Alabanzas por la bondad y el poder de Dios, cada día te bendeciré y alabaré tu nombre eternamente y para siempre, grande es Jehová y digno de suprema alabanza y su grandeza inescrutable, generación a generación celebrará tus obras y anunciará tus poderosos hechos» (Salmo 145)
Como parte de nuestra comunión con Dios y como iglesia nos reunimos para alabar y adorar al Señor quién es digno de recibir la gloria y la honra y acción de gracias.
La meta del grupo de alabanza es conocer cada día más a Dios, con el fin de que en unidad podamos ser guiados por el Espíritu Santo a ministrar el corazón de nuestro Dios. Ser adoradores en espíritu y en verdad. “Más la hora viene y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren” (Juan 4: 23,24).
Ser sensibles al mundo espiritual con el fin de consolidarnos como grupo, para guerrear sabiendo que nuestro Dios va delante de nosotros como poderoso en majestad y reino. La misión es llevar a la congregación a la presencia de nuestro Dios, acercándolos a su trono que es eterno y para siempre.